la lucha de las madres
Bonafini se niega a reconocer los restos de quien podría ser su hijo menor, Raúl
Hace diez años, la Justicia fue informada de que un cadáver hallado en Quilmes podría ser del hijo de Hebe. Ella nunca quiso aportar el ADN y la causa quedó estancada.
Postales del tiempo. Hebe, en la ronda del último jueves, y en la
misma situación durante la dictadura, con un cartel con los rostros de
sus dos hijos desaparecidos, Raúl y Jorge.
A mediados de 2008, el Equipo Argentino de Antropología
Forense (EAAF) inició los cotejos de varios restos óseos de NN que
habían estado durante largos años enterrados en el cementerio de
Ezpeleta, Quilmes. Entre ellos, según consta en la causa caratulada
“Asamblea Permanente por los Derechos Humanos -La
Plata-S/Presentación-Averiguación”, podría estar el cuerpo de uno de los
hijos de Hebe Pastor de Bonafini, Raúl Alfredo.Pero la titular de Madres de Plaza de Mayo se niega a presentar muestras de ADN para que el EAAF pueda confirmar la documentación presentada en la Justicia en 2001. Pese a que Hebe sabe que el cuerpo de su hijo Raúl podría estar en el depósito de EAAF de Capital Federal, no presentó muestras sanguíneas para comprobarlo, y desde la Asociación de Madres de Plaza de Mayo le dijeron a PERFIL que “no lo hará nunca porque, para ella, sus hijos siguen vivos”.
“Nunca voy aceptar la muerte ni la reparación económica ni la exhumación de cadáveres. Si yo no lo investigué, nadie tiene autoridad para hacerlo. Mis hijos están vivos”, dijo Bonafini en 2001 a La Nación.
Este informe pericial que recibió la Cámara Federal de La Plata hace diez años presentado por el entonces director provincial del Registro de Personas Desaparecidas, Alejandro Inchaurregui, contiene informes policiales que dan cuenta de un supuesto enfrentamiento armado y posterior “autoeliminación” para darle legalidad a la presunta muerte del hijo de Hebe.
“El día 7 del corriente, a las 21.30, en circunstancias que Comisión Policial efectuaba operativo de interceptación en Rotonda de Pazco (sic) y Camino Gral. Belgrano, son agredidos por 3 N. N. masculinos, ocupantes de un automóvil marca Chevy patente M-171.192, mediante disparos de armas de fuego, dándose a la fuga en dirección a Temperley. Móviles de esta Policía inician la persecución y al arribar a las calles Liniers y San Marcos, el Chevy sube a la vereda, descendiendo dos de los N. N. que huyen a pie, quedando el tercero en el interior del vehículo sin vida, el que presumiblemente se haya eliminado con sustancias tóxicas”, dice uno de los informes del 8 de septiembre de 1978.
Once días después, otro documento asegura: “Los datos del delincuente muerto son los siguientes: Raúl Alfredo Bonafini (sic), hijo de Humberto Alfredo y Hebe María Pastor, nació el 3 de Julio de 1953 en la localidad de La Plata. Las causas que motivaron la muerte del mencionado delincuente fueron autoeliminación, ingirió pastillas de cianuro”.
Estos documentos que posee la Justicia están acompañados por el acta de defunción 858 I B de la delegación Quilmes del Registro Provincial de las Personas y un informe de la Municipalidad de Quilmes del 7 de febrero de 2001, que da cuenta de que “se encuentra ingresado un NN (masculino), el día 8-9-78, en la sección 215 bis Sepultura 35”.
Sin embargo, en este documento que responde a un pedido de información de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, se agrega que “no es posible determinar si los restos siguen en ese sector, dado que el mismo es un lugar en donde no se encuentran delimitados por cruces, ni placas, pudiendo recurir a la memoria de algún empleado de esos años, a fin de que pueda delimitar un radio aproximado de 5x15, con lo que se podrían realizar las investigaciones que Uds. Crean convenientes”.
“Estamos haciendo los cotejos de los cuerpos exhumados del cementerio de Ezpeleta, en algunos casos logramos indentificarlos (cerca de diez desaparecidos). Tenemos dos formas de hacerlo, a través de una comparación dactiloscópica o por comparación de ADN. En el caso de Hebe, no tenemos muestras sanguíneas como para hacer un cotejo”, explicó a PERFIL Daniel Bustamante, investigador del EAAF.
Una compañera de militacia de Raúl del PCML, María Cristina Gioglio, quien estuvo secuestrada y declaró que lo vio en el centro clandestino de detención de Arana, pensó en pedir a la Justicia el avance en la investigación del NN que podría ser su compañero, pese a la negativa de Hebe. Pero Gioglio contó a este medio que “si la mamá se opone y no da muestras, no podemos hacer nada porque el padre falleció y el otro hermano está desaparecido. Si nos presentábamos a la Justicia, estábamos en un callejón sin salida”.
“Somos totalmente respetuosos de lo que manifiestan los familiares. Nosotros continuamos con la campaña y convocatoria a las familias para que den muestras, ya que no todos los familiares las dieron”, explicó Bustamante.
En 2005, Cecilia de Vincenti había decidido que las cenizas de su madre, Azucena Villaflor, identificada y exhumada por el Equipo de Antropología Forense, fueran esparcidas por la Plaza de Mayo. Su decisión generó polémica entre los organismos de derechos humanos. Hebe de Bonafini se le acercó y Cecilia esperó la peor crítica. “Es tu mamá. No estoy de acuerdo con tu decisión, pero la respeto”. La hija de Azucena se dijo a sí misma que había tomado la decisión correcta.
Era una Bonafini muy distinta a la que en 1986, un juez de Mar del Plata había dictado prisión preventiva por “atentado, resistencia a la autoridad y desacato”, luego de que impidiera la exhumación de cadáveres NN ordenada por la Justicia tras el pedido de los familiares de dos desaparecidos, Liliana Pereyra y Alberto Fonseca.
Ante la noticia, Bonafini y otras Madres cercaron el espacio excavado, recuerdan los medios de la época. La exhumación fue impedida.
Debido a esta postura de Bonafini y a su oposición al gobierno de Raúl Alfonsín, que la enfrentó duramente con las Abuelas de Plaza de Mayo y a un sector de su propia agrupación, las Madres se dividieron ese mismo año en la Asociación Madres de Plaza de Mayo y la Línea Fundadora. Fue luego de que la vicepresidenta de Madres, María Adela Antokoletz, intentara ganarle las elecciones y su lista fuera retirada aduciendo “defectos de forma en los trámites electorales”.
Entonces, Bonafini reclamaba que “se investigue la identidad de los asesinos y no que se identifique a los muertos”, y entendía que la exhumación tiene el propósito de “terminar con la figura del detenido-desaparecido”.
El diario El País, de España, informó en su edición del 8 de febrero de 1986: “Madres y abuelas se enfrentaron recientemente cuando las primeras impidieron la exhumación de nuevos cadáveres N.N. en enterramientos clandestinos. Las madres exigían una aclaración judicial sobre los cadáveres a desenterrar (quién los había matado, quién los ordenó enterrar, etcétera); las abuelas sólo pretendían aliviar sus dudas identificando restos familiares”.
perfil.-
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