El crimen que conmovió al país
25/05/11
El 3 de junio de 1981, el portero de un edificio de Coronel Díaz y Las Heras vio gotas de sangre que caían del baúl de un Dodge Polara bordó. Adentro estaban los cuerpos maniatados del ingeniero Mauricio Schoklender (53) y su mujer, Cristina Silva (49). Estaban encimados y todavía vestidos con ropa de cama. Los habían asesinado sus hijos, Sergio y Pablo, el 30 de mayo de 1981, a golpes de puño y de martillo, en su piso del barrio de Belgrano (en 3 de Febrero 1840).
Los envolvieron en sábanas, armaron sus valijas para simular que la pareja estaba de viaje y los metieron en el auto. Fueron detenidos 5 días después.
En marzo de 1985, la jueza Martha Lopardo condenó a Sergio a prisión perpetua y absolvió a Pablo, que quedó libre. Sin embargo, la falta de mérito para el menor de los hermanos duraría un poco más de un año: el 7 de abril de 1986, la Cámara de Apelaciones cambió la absolución por perpetua y pidió su captura. Lo agarraron recién el 14 de mayo de 1994 en Bolivia.
Sergio estuvo preso 14 años hasta que recuperó su libertad el 28 de noviembre de 1995. En la cárcel estudió Derecho y Psicología.
Según la investigación judicial, Pablo odiaba a su madre porque ella, entre otras cosas, le había hecho propuestas incestuosas. Los investigadores dijeron que aquella madrugada Pablo despertó a su hermano y empezaron a discutir sobre la posibilidad de matar a sus padres. También dicen que la madre escuchó las voces, se levantó y fue hasta la cocina. Allí fue cuando Pablo la golpeó en la cabeza con una barra de hierro y Sergio la remató estrangulándola con una soga. Al padre, lo mataron en la cama, también con el hierro y la soga. El hallazgo llegaría con la escena del auto goteando sangre.
El caso llegó a la pantalla grande en 1984 con “Pasajeros de una pesadilla”, dirigida por Fernando Ayala. El film estaba inspirado en el libro "Yo, Pablo Schoklender", de Pablo Schoklender y Emilio Petcoff.
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