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viernes, 15 de julio de 2011

¿QUE QUISO DECIR HEBE...? AYER 14/7 DEJO EN CLARO QUE DEL DICHO AL HECHO...


MADRES DE PLAZA DE MAYO

¿Qué quiso decir Bonafini? (Del dicho al hecho...)

El jueves 14/07, minutos antes que un grupo de trabajadores de Sueños Compartidos le 

reclamara por salarios impagos (respondiendo ella que mejor le preguntaran a Sergio 

Schoklender), Hebe de Bonafini había hablado, tal como sucede habitualmente los jueves. Pero 

el contraste es increíble.
Debe recordarse que minutos después del siguiente discurso, ella fue preguntada por trabajadores de la Misión Sueños Compartidos, de la Fundación Universidad de Madres de Plaza de Mayo, que no cobran sus salarios (no brindándoles respuesta satisfactoria alguna e invitándolos a que se dirigieran a Sergio Schoklender, quien sin embargo ha demostrado que no es una figura institucional de esa ONG). El discurso de Bonafini:
"Compañeros, compañeros, compañeros: Nos quedamos acá porque está lloviendo y nos tenemos que cuidar. Hace 35 años, casi, que habitamos esta Plaza para hacer un país mejor, un país para todos. Muchos de los que hoy reclaman no sabían quién éramos las Madres, ni saben qué significa este pañuelo, que llevamos apretados en nuestras cabezas.

¿Qué es un pañuelo blanco? Para algunos es un pedazo de trapo, pero para nosotros es el abrazo de nuestros hijos. El pañuelo blanco, bordado como el nuestro, no pintado, bordado, tiene que ver con el amor, tiene que ver con la lucha, tiene que ver con la entrega, tiene que ver con la dignidad, tiene que ver con el haber luchado por todos y para todos, nunca por nuestros propios hijos solamente.

Y cuando nos dimos cuenta que podíamos hacer un país mejor, que lo que nosotros queríamos era lo mismo que quisieron nuestros hijos, esos hijos que dieron su vida, más de 30.000, para hacer un país mejor, hay que dignificarlos, hay que quererlos, hay que amarlos. 

Y para amar a ellos hay que respetar a las Madres. Las Madres estamos haciendo más de lo que podemos. Para muchos de ustedes somos como sus abuelas: tenemos entre 80 y 96 años y nos vienen a exigir. 

Estamos haciendo lo que podemos y más de lo que podemos. Estamos entregando lo mejor de nosotras para hacer el país que soñaron nuestros hijos. La sangre de nuestros hijos no tiene precio. Jamás la hemos vendido. No cobramos la reparación económica. No hay plata para pagar la sangre

Por eso, compañeros, el pañuelo no se compraba en Luján, como alguien dijo el otro día en Página/12. 

En Luján, cuando fuimos, era el pañal de nuestros hijos, que habíamos guardado con mucho amor. Ese pañal que lo cambiamos por el pañuelo, primero con el nombre. 

Cuando socializamos la maternidad dijimos 'no podemos luchar por uno solo'. Hay que luchar por todos. Eso nos enseñaron nuestros hijos: la solidaridad. No el uno por uno. No todo para mí. Y cuando nos dimos cuenta que lo que sufrían los otros, los sufríamos nosotros, porque yo nací en una villa, yo nací en un barrio, para alguno que me reclamaba la 'mansión' recién. Tengo el honor se seguir viviendo toda la vida en la misma casa, amo a mi barrio, amo a mi gente, amo a mi pueblo y por eso voy a dar la vida, compañeros".
La contradicción con lo que ocurrió poco después, es considerable.

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